viernes, 12 de junio de 2009

Misión 1, Grupo 2

Agentes Grupo 2:
Isis Irizarry
Francisca Prieto
Elisa Villanueva
Florencia Polanco

Misión elegida: Presentar conversación entre ambos textos a través de personajes principales.

Vivo para trabajar, trabajo para vivir

Es un lunes por la mañana, y Angelita Huenuman, como siempre, se encuentra sola en el paradero lluvioso. Uno a uno van llegando los obreros y escolares, al dar las seis y media ya contaban 30, 31, más Angelita. Buenos días don Raúl, buenos días Angelita, buenos días Esteban, buenos días, buenos días… Angelita lleva sus ahorros del mes, y va por más lana a la ciudad, como todos los lunes. Sigue con las mismas trenzas de ayer, y sus ojeras denotan que no ha dormido en días. Noche tras noche de telar, y al día próximo madrugar. De pronto aparece entre todos la cara de una joven desconocida, ésta camina por la orilla de la carretera y sonríe al ver una mujer como ella que la pueda acompañar en su viaje. Llega el bus, y Angelita se sienta donde siempre, pero ahora la mujer nueva la acompaña.
- “Hola, soy Juana, ¿también rumbo a Coyhaique[1]?”- pregunta la joven con voz tímida y entrecortada.
- “Sí, a la ciudad voy”- responde Angelita, perturbada.
Paulatinamente la joven nueva siente comodidad, y con más soltura y confianza prosigue su monólogo:
- “Ay, esto de madrugar…pero en fin, confío en que algún día nos llegará el premio gordo, y tendré platita para comprarme una casa, y quién sabe si un autito, y llevaría a pasear a la ciudad a mi cabro chico. A propósito, mira que lo he dejado solito, me voy a probar suerte pa allá pal norte, de temporera, quién sabe si resulta, y puedo tener así otra vida. Allá en las fábricas la vida es distinta, sabes? Te dan sueldo, y no llueve casi nunca. Acá mi casucha se me inunda todos los días, y mi niño coge que coge resfríos, por suerte está mi mamita que lo cuida mientras yo trabajo, porque hay que ver la que se arma si lo dejo solo, deja la escoba…Prefiero que esté solo que mal acompañado, una vez tuve un novio que le pegó, claro, yo lo dejé al tiro, con mi niño no se mete nadie, y quien ose…”
Juana habla alegre y animada, pero Angelita se limita a asentir tímidamente con la cabeza a todo comentario. La verdad es que no la está oyendo, desde que Juana nombró a su hijo, lo único que hace Angelita Huenuman es pensar en el suyo, y que cuando vuelva tendrá que prepararle la sopa, y que ya es tarde, y que probablemente el telar no estará listo para hoy día. Cuando el bus arriba, Juana salta enérgicamente hacia abajo y recoge su equipaje, se despide con cariño de la conocida y voltea rumbo a la estación de trenes: tiene toda la vida por delante. Angelita Huenuman revisa sus bolsillos y camina melancólicamente en sentido contrario, mientras que los pasajeros del bus la oyen tararear mecánicamente una canción de Víctor Jara.



[1] Así se escribe Coyhaique

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